- El Centro de Regulación Genómica lanza un estudio sobre el microbioma bucal y su posible relación con el estilo de vida
- Los impulsores de ‘Saca la lengua’ destacan el interés científico y divulgativo
Núria Jar (Barcelona) | 20 de enero de 2015
“¡Qué asco!” exclaman Marta, Helena, Andrea y Paula al cerciorarse del inquilino que flota en los tubos donde acaban de escupir su propia saliva después de desayunar. Estas chicas de 15 años han hecho lo mismo dos horas antes, en ayunas.
Científicos del Centro de Regulación Genómica (CRG) y responsables de la Obra Social La Caixa han presentado esta mañana en CosmoCaixa Barcelona el proyecto Saca la lengua, que analizará las bacterias y los hongos del microbioma bucal de 2.000 adolescentes españoles de 3º de la ESO.
En marzo, Luis Bejarano, investigador del CRG, recorrerá 7.000 kilómetros en una furgoneta tuneada para la ocasión para recoger muestras en 40 institutos de toda la península. “Bocabús”, la llama Luis Serrano, director de este centro de excelencia Severo Ochoa. Bejarano centrifugará tubos llenos de saliva para obtener los microorganismos que se hunden hasta el fondo, como el poso del vino.
“Como científico me siento muy ilusionado de participar en un proyecto de ciencia ciudadana y no estar encerrado en mi torre de marfil”, confiesa Toni Gabaldón, coordinador del estudio y jefe del grupo de genómica comparativa del CRG.
El estudio diferenciará la calidad de la saliva en función de si el adolescente vive en un ambiente urbano o rural, y también explorará las diferencias socioeconómicas que existen entre barrios de una misma ciudad, como Barcelona o Madrid. Los científicos del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental, vecinos del CRG en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona, han asesorado a Gabaldón a la hora de diseñar el cuestionario sobre los hábitos de higiene y alimentarios, y el historial clínico para completar el estudio con datos epidemiológicos.
Obsesión por los microorganismos
Las bacterias son una de las obsesiones actuales de los científicos que escudriñan intestinos, ombligos y vaginas para analizar su composición, y averiguar la relación que establecen con las células del cuerpo humano, que conviven en minoría. Por cada célula humana residen diez bacterias en nuestro organismo.
“El microbioma es una parte importante de nuestra salud y enfermedad”, asegura Gabaldón. El científico destaca las aplicaciones de sus resultados en el diagnóstico y tratamiento de patologías bucales, como la caries o la gingivitis.
A nivel mundial hay muchos centros de investigación dedicados a este campo. El Proyecto del Microbioma Humano, liderado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, tiene una base de datos sobre el microbioma oral humano. Y hasta se conoce la flora microbiana de la cavidad oral de nuestros antepasados, publicados el año pasado en Nature Genetics, en los que participaron investigadores de la Universidad de Valencia.
“La diferencia de nuestro proyecto es el tamaño de la muestra, la franja de edad de los individuos y el interés científico por los hongos”, destaca Gabaldón. Estos microorganismos son menos abundantes que las bacterias, y su genoma está protegido por una pared celular que hay que romper para extraerlo. “Vamos a ver si hay relación entre bacterias y hongos”, promete el científico.
Los trabajos publicados hasta ahora sobre hongos bucales son escasos. Uno de los estudios más populares sobre el tema, publicado en PLoS Pathogens en 2010, tan solo analiza la boca de 20 sujetos sanos. La especie Candida es la más frecuente, según sus resultados, y está presente en el 75% de los individuos.
“El papel de la microbiota fúngica en la cavidad oral es en gran parte desconocida (…) y se necesitan realizar estudios clínicos longitudinales”, asegura Patricia I. Díaz, investigadora de la Universidad de Connecticut (EE UU), en un artículo publicado el año pasado en Frontiers in Celullar and Infection Microbiology.
El estudio liderado por el CRG, presentado hoy en Barcelona, presume del “poder estadístico” para obtener relaciones y correlaciones. “La boca es el punto de entrada al sistema digestivo y también está en contacto con las vías aéreas por donde entran muchos microorganismos”, comenta Gabaldón que a su vez intuye “el efecto barrera para la internalización de bacterias” que supone la flora salival.
La «estimulante» ciencia
La implicación de los ciudadanos en proyectos científicos no es algo nuevo, pero Saca la lengua es la primera experiencia de ciencia ciudadana liderada por el CRG. “Esperamos estimular gente joven y ayudar a cambiar el modelo económico de este país basado en el ladrillo”, denuncia Serrano.
Por su parte Anna Viladrich, profesora de las cuatro chicas que hoy donaban su saliva a la ciencia coincidía en resaltar el interés educativo del proyecto, que pilla a los alumnos a menos de dos años de acabar la enseñanza obligatoria: “La ciencia es una profesión que pueden desarrollar en el futuro, no sólo se hace en el laboratorio, puede ser estimulante y se lo pueden pasar muy bien”, comenta.
Una vez hayan recogido todas las muestras, los datos estarán a disposición de los participantes. A partir de septiembre, Saca la lengua propondrá un concurso para retar los adolescentes a identificar baterías y hongos en la muestra, así como extraer conclusiones cruzando datos genéticos y ambientales.
“Los Rolling Stones estarían orgullosos de nosotros”, bromea Lluís Noguera, director de CosmoCaixa Barcelona, sobre el proyecto.